Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH)

Estudio-Valoración del aprovechamiento

Capítulo 9: Valoración del avance en el cumplimiento de los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), responden a una iniciativa impulsada por las Naciones Unidas, y adoptada por todos los Estados Miembros en 2015, plantea 17 objetivos con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental. El cumplimiento de estos exige nada menos que una transformación de los sistemas financieros, económicos y políticos que rigen hoy en los países centroamericanos, para garantizar los derechos humanos de todos. Demanda también mucha voluntad política y una acción ambiciosa por parte de todas las partes implicadas.

El 31 de mayo de 2021 Federico Alpízar Malavisa, en su artículo “Centroamérica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)” apuntó que Centroamérica enfrenta diversos retos: desigualdad, pobreza, cambio climático, migración y desconfianza hacia los gobernantes, por lo que es vital una reconstrucción y un redireccionamiento de las acciones, principalmente en cuanto a alianzas público-privadas que faciliten el alcance de una sociedad más sostenible, con los ODS como hilo conductor.

A nivel general, Centroamérica alcanzó un puntaje de cumplimiento de 61,58 puntos a partir del Índice ODS 2019, lo que demuestra que aún queda bastante camino por recorrer cuando la Región ha transitado más de la mitad de los 15 años considerados para su cumplimiento. El mencionado autor señala también, que los tres principales ODS que deben trabajarse con firmeza son: Fin de la pobreza; Educación de calidad y Reducción de las desigualdades.

En el marco de este estudio y teniendo como referencia la situación socio ambiental e institucional, analizada en los distintos capítulos, se realizó la siguiente valoración de los ODS relevantes para el estudio: 1,6,7,14,15 y 16.

ODS 1: Fin de la pobreza

Los retos que enfrenta la región en este campo son inmensos ya que la población que vive en pobreza extrema abarca hasta a un 30% de la población regional, lo que indica que 3 de cada 10 centroamericanos no cuentan con los recursos mínimos para subsistir. Adicionalmente un 38% de la población está categorizada como vulnerable al tener la posibilidad de caer en la pobreza (Soto, Marinho, Lamotte, Arcos, & Parrilla, 2018), de manera que, a menos que se implementen acciones prontas, sustantivas y efectivas para cerrar esta brecha, es muy difícil que la Región, alcance este ODS.

ODS 6: Agua limpia y saneamiento

En este año 2023, se celebró la conferencia sobre el agua en las Naciones Unidas y la misma se centró en valorar el progreso del ODS 6 (Agua y Saneamiento) en el marco de la revisión de mitad de período del Decenio Internacional para la Acción, “Agua para Desarrollo Sostenible 2018- 2028”.   El Objetivo de este ODS 6, es garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos para 2030 y un factor crucial para lograr esto es el fortalecimiento de las capacidades institucionales, y el establecimiento de alianzas y cooperación que aceleren el progreso hacia su cumplimiento.  La CEPAL, a través de la Unidad de Agua y Energía de la División de Recursos Naturales está trabajando en una propuesta de transición hídrica sostenible e inclusiva que apoye a los países de la región a: Garantizar el derecho humano al agua y al saneamiento, sin dejar a nadie atrás; Aumentar la igualdad de acceso y la asequibilidad, erradicando la pobreza hídrica; Eliminar las externalidades ambientales negativas (conflictos, contaminación y sobreexplotación); y Desarrollar economías circulares a través de la cadena de valor del agua.

El marco de aceleración global del ODS 6 impulsado por ONU Agua y la propuesta de transición hídrica inclusiva y sostenible de la CEPAL, se definen cinco pilares de actuación para el impulso del avance hacia el cumplimiento del ODS en la región: Aumento del financiamiento, destinando el 1,3% del PIB regional anualmente; Aseguramiento de datos e información oportuna, confiable y estandarizada, y datos desagregados;  Desarrollo de capacidades de personas e instituciones; Innovación orientada a la eficiencia en gestión y uso del recurso; y Gobernanza, asegurando la coordinación intra e intersectorial y la participación ciudadana efectiva.

Todas las metas del ODS 6 son relevantes para la región, pero al ritmo actual el progreso hacia todas ellas está sustantivamente retrasado y en algunas áreas, la tasa de implementación debe aumentar al cuádruple, o más. Según estimaciones de ONU Agua, en la región se deben incrementar 14 veces los esfuerzos actuales de inversión para acelerar la implementación y alcanzar el objetivo en el 2030. Desde esta perspectiva la región está lejos de lograr el ODS 6

ODS 7: Energía Asequible y no contaminante

El ODS 7 plantea garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos, a través de 3 objetivos en los ámbitos de: Acceso, Renovables y Eficiencia energética. Con respecto al acceso, se puede apuntar que los países de la región, tienen buenos niveles de acceso con un promedio aproximado del 96%, pero se observan importantes desigualdades principalmente en zonas con altos niveles de pobreza y alta concentración de población indígena.

En cuanto a la participación de renovables en la matriz de generación, hay avances importantes, destacando que la mayoría de la generación renovable depende de la generación hidroeléctrica, por lo que se necesitan esfuerzos para una mayor diversificación, dando mayor participación a otras energías (solar, la eólica y otras), e igualmente desarrollar más la generación distribuida en los países. Estos avances han sido reconocidos en el Sexto Informe del Estado de la Región (2021), que subraya también que el establecimiento del Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (Siepac), es un logro en materia de integración.

La eficiencia energética, también ha tenido avances importantes en la Región, especialmente en el  mejoramiento del indicador de Intensidad Energética, no obstante las pérdidas eléctricas se elevaron un 4% durante el período 20015-2020, lo que representa el desaprovechamiento de un 18% de la energía generada en la región (capítulo 6). Se necesita pues de mayores inversiones en este campo.  

De manera similar los avances de cada país en cuanto a las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC), muestran que la mayoría de países podrían lograr sus metas sin mucha dificultad en el 2030, descollando Costa Rica que ya alcanzó el 100%. Los avances particulares se muestran en la tabla siguiente:

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Capítulo 8: Marco normativo ambiental e institucional en Centroamérica

Los países de Centroamérica han manifestado reiteradamente su interés por trabajar en favor del desarrollo sostenible como un medio para mejorar sus condiciones económicas, con pleno respeto por el ambiente según algunos autores[1], asegurando también que no es fácil concienciar ambientalmente a quienes tienen sus necesidades básicas insatisfechas. En este ámbito, además de voluntad política que trascienda las declaraciones, la gestión sostenible en los países y en la región depende en buena parte de la implementación de marcos normativos adecuados a la realidad de cada país y que los mismos estén armonizados regionalmente.

Se ha señalado también que el mejoramiento en el cumplimiento de las normas ambientales, depende en buena medida del desarrollo y aplicación de reglamentos marco o prototipos basados en una perspectiva de manejo integrado que además puedan ser adaptados a las necesidades y características específicas de cada país, lo que en sí mismo representa un gran desafío para las partes y para el conjunto.

El Quinto Informe del Estado de la Región (2016) señalan la paradójica situación de Centroamérica dado que, si bien es poseedora de una gran riqueza natural, en términos generales está haciendo un uso totalmente insostenible de sus recursos naturales y de su territorio. Cinco años después el Programa Estado de la Nación (2021) y el Sexto Informe del mismo año, reiteran esa misma conclusión.

La atención a los desafíos ambientales de la región demanda un trabajo conjunto y comprometido por parte de diversos actores sociales, económicos y políticos con una visión de largo plazo, así como de una mayor conciencia pública y voluntad política para frenar el deterioro ambiental. Otro elemento importante es la necesidad de contar con información sectorial actualizada que fundamente la toma de decisiones, especialmente en materia de seguimiento y evaluación de las medidas adoptadas en cada país y en la región.

De aquí que el tutelaje jurídico efectivo del ambiente y los recursos naturales, tendría que estar sustentado en políticas públicas sectoriales y marcos regulatorios integrados que se deberían complementar con instrumentos y acciones que faciliten la operativización y la participación, principalmente:  un andamiaje institucional y legal consistente y coherente; sistemas de monitoreo y evaluación ambiental; estrategias de fomento de la participación y la ciudadanía ambiental; y muy importante, instrumentos económicos y presupuestos institucionales sectoriales, que efectivicen la gestión ambiental.

Instituciones estatales encargadas de la gobernanza ambiental 

De acuerdo al Centro de Derecho Ambiental y de los Recursos Naturales y al Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (2004), no existen análisis recientes que presenten una evaluación de la institucionalidad ambiental de Centroamérica. Sin embargo, se han realizado evaluaciones puntuales para temas específicos como el sector forestal, el pago por servicios ambientales y la evaluación de impacto ambiental. En todos estos estudios se concluye que las recomendaciones de reforma o cambio institucional en la gestión ambiental de la región, deben ser específicas para cada país pues cada uno posee una realidad legal e institucional diferente que requiere de soluciones específicas.

Si bien es cierto que la regulación a nivel institucional es compleja, pues son varias las autoridades en los ámbitos nacionales que tienen competencia sobre los recursos naturales y el ambiente; se hace imprescindible destacar la particularidad de cada país y su forma de gobernanza, pues constituyen las bases para la adecuada gestión ambiental, destacando las instituciones rectoras de cada país. Como se aprecia en la tabla cada país cuenta con su respectivo ministerio encargado de la administración de los recursos naturales y de la gobernanza ambiental como medios fundamentales para lograr la gestión sostenible:

 

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Capítulo 7: Caracterización de desastres climáticos y geológicos en Centroamérica

Introduccíon

Conforme la Política Centroamericana de Gestión del Riesgo (PCGIR), la región posee una ubicación y geomorfología que la convierte en una región multi-amenazas, expuesta a una prolongada estacionalidad ciclónica proveniente del Mar Caribe y del Océano Pacífico. Geológicamente en su territorio confluyen placas tectónicas con alta actividad sísmica, erupciones volcánicas y otras amenazas, que se ven incrementadas por los efectos del cambio climático que provocan desastres con importantes pérdidas, haciendo que Centroamérica sea considerada como la segunda región del mundo más vulnerable a riesgos climáticos.

Caracterización de los desastres 2015 – 2022

El índice de riesgo climático global ubica a Honduras y Nicaragua en el primero y cuarto lugar, respectivamente, de los países más afectados por fenómenos climáticos durante los últimos diez años; mientras El Salvador y Guatemala ocupan el cuarto y noveno, respectivamente, entre los más afectados desde 2011. En 2020, los países de estudio tienen los siguientes datos asociados a índice de Riesgo.

Centroamérica por sus condiciones geográficas, de relieve, hidrología y diversidad de climas, es una región que comprende un número elevado de factores de vulnerabilidad ante amenazas de origen natural.

Durante el periodo 2015 – 2022 la cantidad de desastres priorizados en términos de intensidad e impacto según los criterios de este estudio, sumaron un total de 78 desastres, de los cuales 20 han sido de alta magnitud, modificando el modo y calidad de vida de las comunidades afectadas.

En términos comparativos, los desastres de mayor incidencia en este período corresponden a los de origen climático. Siendo Guatemala y Honduras los países que registraron el mayor número de eventos (23 y 15 respectivamente) y los años de mayor incidencia 2017,2020 y 2022.

Sin duda hay una estrecha vinculación entre esto y el incremento gradual de la temperatura media que osciló entre 0.6 y 0.8°C, siendo Guatemala el de mayor incremento, (inciso 1.4.1 de este documento).

 El año de mayor ocurrencia de desastres climatológicos fue el 2020, y la evidencia señala que los de mayor impacto en la región fueron los huracanes Eta e Iota, en correspondencia con la ocurrencia de La Niña, que generó una alta temporada ciclónica en la región (inciso 1.4.5 de este documento). Con respecto a desastres de origen geológicos, el año de mayor ocurrencia fue el 2018, debido a la fuerte actividad en el Volcán de Fuego en Guatemala y el sismo de magnitud 6.8 en la escala Richter, en El Salvador.

El impacto de los desastres de origen climático y geológico en Centroamérica durante 2015- 2022 provocó entre otros, el fallecimiento de 1,467 personas; la falta de acceso de 3,730 familias a sus hogares; y alrededor de 18,645,954 personas afectadas. El mayor número de fallecidos se dio en Guatemala, en el desastre provocado la erupción del Volcán de Fuego en 2018, con un total de 461 fallecidos, seguido del desastre provocado por el deslizamiento en El Cambray III, en el distrito de Santa Catarina Pínula que dejó 350 personas fallecidas.

La actividad volcánica frecuente, demanda la vigilancia sistemática de las cadenas volcánicas en todos los países, considerando el alto nivel de peligrosidad que representan para las poblaciones. Desde el punto de vista geológico y climático los desastres de mayor ocurrencia son: las inundaciones, las tormentas, los deslizamientos de tierra y los terremotos.

Respuesta de los sistemas nacionales a los desastres entre 2015 – 2022

Los Sistemas Nacionales de Protección Civil de la región durante la ocurrencia de los desastres han desempeñado un papel importante, no obstante, al contrastar su desempeño con relación a las prioridades del Marco de Sendai es posible afirmar lo siguiente:

  • Los avances mostrados por los países de la Región Centroamericana, referidos a la comprensión del riesgo todavía son insuficientes y no se ha logrado aún que las acciones nacionales y regionales, estén orientadas a atacar las causas de fondo de las condiciones de vulnerabilidad.
  • Los Sistemas Nacionales de Protección Civil de la región, disponen de un modelo de gestión relativamente similar, siendo su principal característica el enfoque y la acción sectorial, que dificulta la articulación y complementariedad, dando como como resultado, que las acciones aisladas dificultan o impiden la consistencia que se necesita para reducir riesgos de gran magnitud, más aún en los contextos de debilidad institucional que caracterizan a la mayoría de países de la región.
  • La falta de acción multisectorial y de coordinación entre los países, hace más difícil emprender los esfuerzos para lograr las transformaciones profundas que la situación de la región requiere.

La revisión de los presupuestos nacionales de los países que integran el área, denota algunos avances en cuanto a compromisos institucionales y financieros orientados a la reducción de riesgos de desastres, sin embargo, ni sumando los presupuestos de este sector con los destinados a la gestión ambiental resultan suficientes, especialmente si se comparan con las asignaciones para la defensa y seguridad pública y la burocracia gubernamental. Del otro lado, las obras de infraestructura vial, la estructuración de sistemas de alerta temprana y el fortalecimiento de la institucionalidad para la gestión de riesgos y la prevención de desastres, denotan el interés de los gobiernos para avanzar en el contexto de la Política Centroamericana de Gestión de Riesgo, creando bases para vincular las acciones regionales con los esfuerzos nacionales.

Es necesario subrayar que las obras de infraestructura para el desarrollo económico y social en el marco de la inversión pública deben considerar un enfoque de gestión de riesgos, siendo la etapa de pre-inversión, esencial para asegurar que un proyecto de infraestructura sea viable, beneficioso y sostenible antes de invertir recursos significativos en ellos. La etapa de pre-inversión ayuda a identificar, evaluar y abordar los riesgos potenciales de un proyecto antes de su ejecución, por tanto, permite tomar decisiones informadas sobre si los proyectos de infraestructura deben seguir adelante, ser modificado o descartados.

El incremento de desastres en cuanto a intensidad, frecuencia e impactos, evidencian que la intervención humana, a través de prácticas inadecuadas fomentadas por el modelo de desarrollo prevaleciente, basado en la extracción desproporcionada de los recursos naturales y la ausencia de prácticas de conservación y restauración de los mismos, ha conllevado a una creciente fragilidad ambiental. Estudios de la CEPAL, ponen de manifiesto que “se ha evidenciado que los desastres derivados de eventos naturales extremos, que afectaron a la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe, han contribuido a la generación de desequilibrios geo biofísicos, que aumentan la vulnerabilidad del territorio a los impactos ambientales de los eventos naturales extremos” 

El impacto socioambiental provocado por los distintos desastres en la región centroamericana, han generado millonarias pérdidas económicas, sumadas a invaluables daños y pérdidas en los bienes y servicios ambientales. Aunque se han realizado muchos esfuerzos por cuantificar dichas pérdidas, aún no se dispone de una metodología homologada ni normada para realizar evaluaciones de impacto socioambiental después de los desastres, lo que coloca a la región en una condición de desventaja, para el desarrollo de estrategias y acciones efectivas frente a los impactos de los desastres climáticos que, de acuerdo a las proyecciones para la Región (Capítulo 1), serán cada vez más severos y frecuentes

 

 

 

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Capítulo 6: Energía

Introduccíon

El sector energético tiene una alta vinculación con los procesos de desarrollo y la calidad de vida de la población, ya que el acceso a servicios energéticos es fundamental para mejorar las condiciones de vida de la gente y aminorar los impactos ambientales, ambos estrechamente vinculados con la pobreza. Al respecto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe expresa lo siguiente (CEPAL, 2009):

La ausencia de servicios eléctricos se relaciona de manera directa con la pobreza: se estima que del total de pobres de la región (200 millones), aproximadamente un 10% carece de servicios eléctricos, cifra que sube al 30% cuando se considera la población indigente.

En Centroamerica se han logrado avances en materia de acceso a energías renovables y eficiencia energética, siendo estos los principales objetivos en la agenda intenacional para el desarrollo, recogidos en el ODS 7. Según el Sexto Informe del Estado de la Región (2021), dentro de las mejoras que ha tenido centroamerica se encuenta la generación de energías renovables, ya que “entre los años 2010 y 2018 se observó que la capacidad instalada para producir energía eléctrica con fuentes renovables creció en Costa Rica, El Salvador,  Guatemala, Honduras y Nicaragua”. Tambien en este informe se identifica al Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (Siepac) como un logro en materia de integración

A simple vista todo parece indicar que la región ha avanzando lo suficiente en esta materia y que las tareas pendientes son minimas, pero si se toman como referentes lo que plantea el  objetivo general del ODS 7, que es garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna, habrá que preguntarse si realmente la región esta cerca de cumplir este objetivo, para todos sus ciudadanos.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2019, pese a que en America Latina y el Caribe ha mejorado, teniendo un promedio del 95% acceso a energía en el 2019 “estas cifras muy positivas pueden esconder diferencias de acceso muy significativas entre subregiones, países y grupos sociales”.

En este sentido el presente documento, realiza una análisis situacional de la matriz energética de Centroamerica, especificamente en 5 paises (Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica), donde se recopila las estadisticas que presentan tanto instituciones nacionales como organismos internacionales y con base a estos, presentar la perspectiva de la situación de la región en el sector energético y su vinculación con el aprovechamiento de los recursos naturales y los sectores vulnerables en la región. Los objetivos del trabajo, se presentan en el estudio específico de energía que es parte del estudio regional.

Matriz energética y matriz de generación eléctrica Centroamericana

Matriz Energética

La matriz energética de la región es heterogénea y está conformada por distintas fuentes. Desde sus inicios, mostró una alta dependencia de los hidrocarburos. Las fuentes más importantes son la leña e hidrocarburos seguidas de las energías renovables que han logrado un crecimiento histórico.

Guatemala.  La matriz energética (bajo el enfoque de demanda final) durante el período de 2015 – 2021 estuvo conformada principalmente por:  leña, diésel, gasolina, electricidad, gas licuado y otros derivados del petróleo, con participación del 56%, 14%, 13%, 8%, 4% y 5% respectivamente, y una tasa promedio interanual para el periodo del 6%, 5%, 2%, 4%, 8% y 1%, respectivamente.

El Salvador. La matriz energética (bajo el enfoque de demanda final) durante el periodo 2015 – 2021 estuvo conformada principalmente por: diésel, gasolina, electricidad, gas licuado, leña, y otras fuentes con participación del 26.23%, 26.17%, 20.02%, 12.34%, 6.55% y 8% respectivamente. Se presenta una tasa promedio de consumo energético interanual para el periodo del 0.48%, 1.71%, 6%, 8%, -20% y 14.12% respectivamente.

Honduras. La matriz energética (bajo el enfoque de demanda final) durante el periodo 2017-2021 estuvo conformada principalmente por: leña, gasolina, diésel, electricidad y otras fuentes derivadas del petróleo con participación del 41%, 15%, 13.49%, 12.65%, y 17.86%, respectivamente. Se presenta una tasa promedio interanual para el periodo del -58.27%, 19.24%, 6%, y -27%, respectivamente.

Nicaragua. La matriz energética (bajo el enfoque de demanda final) durante el periodo 2015-2021 estuvo conformada principalmente por: leña, diésel, gasolina, electricidad, gas licuado y otras fuentes derivadas del petróleo con participación del 39%, 21%, 13.2%, 12.6%, 5.2% y 9%, respectivamente. Se presenta una tasa promedio interanual para el periodo del 3%, 1%, 6%, -2%, 25%, -32% y 6%, respectivamente.

Costa Rica. La matriz energética (bajo el enfoque de demanda final) durante el periodo 2015-2021 estuvo conformada principalmente por: diésel, gasolina, electricidad, biogás, geotermia, hidroenergía, leña, bagazo de caña, kerosene, gas licuado y otras fuentes derivadas del petróleo con participación del 46%, 44%, 41%, 14%, -48%, -32%, 7%, 8%, 8%, 9.5% y 2.5% respectivamente. Se presenta una tasa promedio interanual para el periodo 2015-2021 del -97%, 1%, 14%, -14%, -47%, y 21%, respectivamente.

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Capítulo 5: Actividades Extractivas en Centroamérica

Introduccíon

La gestión de las actividades extractivas en Centroamérica no es más que la continuidad y evolución de viejas políticas económicas de despojo que en la actualidad se expresan principalmente a través de la implantación de enclaves mineros y del modelo de producción agroexportador; ambos basados en la explotación intensiva de materias primas. El ciclo extractivo se ha desarrollado de forma diferenciada en cada uno de los países, pero se evidencian patrones y dinámicas comunes, vinculadas al modus operandi de los conglomerados corporativos, que en su mayoría utilizan estrategias comunes o muy similares.

La expansión agrícola, la ganadería, la producción de madera y la extracción de minerales e hidrocarburos han desempeñado y continúan desempeñando un papel central en las economías de Centro América. En este contexto las áreas protegidas y los ecosistemas boscosos disminuyen día a día, en detrimento del desarrollo de las comunidades, debido en gran medida a la falta de aplicación políticas efectivas de sostenibilidad ambiental y de responsabilidad social y laboral.}

La minería en Centroamérica

Áreas de concesión por país

El 16% del territorio de los países estudiados esta concesionado. Nicaragua es el país que ha concesionado más territorio abracando el 28% del mismo, seguido de Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica, como se indica en la tabla.

Es importante destacar que El Salvador ha dado un paso atrás cancelando las concesiones previamente concedidas.

Porcentaje de las áreas concesionadas por país

Con relación a las fases de las concesiones en Centroamérica, un 39.6% del total de área concesionada (6,579,865.15 ha) está en fase de solicitud, seguida del 19.7% (1,295,674.90 ha) que han sido otorgadas y un 16.8% (1,106,710.31Ha), que se encuentran en la categoría de Reserva Minera.

A nivel regional centroamericano los datos generales sobre las concesiones muestran que: Nicaragua es el país con mayor área concesionada, alcanzando la cantidad de 3,642,729.87 ha, le sigue Guatemala con 2,385,415.93 ha y Honduras con 292,493.16. El Salvador decretó una moratoria en marzo de 2017.En el mapa al inicio de esta pagina se puede apreciar y comparar la ubicación y concentración de las concesiones en cada país.

Distribución de concesiones mineras

A continuación, se presenta la distribución del área actualmente concesionada en cada uno de los países objeto de este estudio:

Fases y áreas de las concesiones mineras en los países

Como se puede apreciar, Guatemala, posee la mayor área solicitada 1,962,427.47 ha, seguida de Honduras 197,578.16 ha y Costa Rica con 20,535.35 ha, mientras El Salvador ha cancelado el total de las concesiones. Hay que señalar que Costa Rica cuenta con una declaratoria de prohibición de Minería a Cielo Abierto y que Nicaragua destaca por ser el país de la Región que dispone de mayor área otorgada 1,106,710.31 ha, para el desarrollo de la actividad minera a gran escala, a lo que se agrega que ha destinado 1,106,710.31 ha, bajo la categoría de Reserva Minera.

A nivel regional a partir del 2000, se observa un incremento en la explotación de minerales a gran escala y a cielo abierto. El desarrollo de los proyectos extractivos en todos los países analizados se caracteriza por la poca información y por un régimen de opacidad y engaños, como una de las estrategias centrales de penetración a los territorios de interés.

 

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Capítulo 4: Situación Actual Del Recurso Hídrico En Centroamérica

Disponibilidad de agua per cápita en al región

La disponibilidad del agua es un concepto teórico basado en las cantidades o volúmenes de agua superficial y subterránea (expresado en metros cúbicos, m3), relacionado con el área del territorio, la cuenca hídrica, el total de precipitaciones a lo largo de un período de tiempo (usualmente un año), la evapotranspiración, la escorrentía y el tamaño de la población que habita en dicho territorio.  El indicador no contempla la variabilidad ni la dispersión espacial o temporal de la precipitación en el periodo considerado, ni tampoco cómo los sectores heterogéneos que componen la población acceden a dicho recurso u otras variables como la calidad del agua (no siempre es adecuada para su consumo, indistintamente que sea escasa o abundante).

La información especializada que mejor refleja la situación hídrica y el comportamiento a nivel global es la que provee la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a través de AQUASTAT, su sistema mundial de información sobre el agua en la agricultura, que es una base accesible de datos fiables, sistematizada y auditada para el aseguramiento de la calidad, a partir de 1960.   Esta fuente de información es la que se empleará en el análisis del recurso en la región y las unidades empleadas son: Km2 = 100 ha, para el Área; y Km3 = 1 x 109 m3 = 1000 x 106 m3 = 1, 000 millones m3, para el Volumen.

El comportamiento de la disponibilidad de agua en la región, se muestra en la tabla a continuación, tomando como referencia la precipitación media anual en volumen a largo plazo registrada en cada país centroamericano para el período 1965 – 2020 en Km3 (o 109 m3 por año), convertida en recursos hídricos renovables totales por año (FAO 2023):

Disponibilidad de agua per cápita en la región

Para profundizar la visión del comportamiento del volumen de agua per cápita, se amplió el período de análisis enfocándolo en el quinquenio 2016 – 2020 en los cinco países de estudio, con el fin de mostrar datos para el medio siglo transcurrido desde 1965. Esto permitió visualizar las tendencias de disponibilidad teórica del agua en la región en poco más de cinco décadas.

La disminución del agua disponible en cada país se muestra a continuación, basada en el comportamiento de los valores registrados de recursos hídricos renovables totales per cápita (m3 /habitante/año) para los 50 años transcurridos entre 1965 – 2015, y los cinco años entre 2016 – 2020:

Disminución de la disponibilidad teórica de agua en la región

Aunque el aumento de la población es un factor importante en el cálculo de la reducción de la disponibilidad teórica, tanto la precipitación media anual en volumen a largo plazo [1]como los recursos hídricos renovables totales muestran estabilidad, sin embargo, la disminución teórica es significativa en todos los países, particularmente en Guatemala y Honduras. No obstante, son cifras globales por país, sin considerar las características físico-naturales particulares de las cuencas hídricas en determinadas zonas secas u otras sumamente lluviosas, ni los efectos de la variabilidad climática o dispersión espacio temporal de las lluvias.  

Sin embargo, las demandas crecientes de volúmenes de agua para el consumo humano y las actividades agrícolas, agroindustriales o de consumo humano, especialmente en el marco de las tendencias de disminución drástica del agua en el futuro próximo (Cap. 1) por la variabilidad climática, obligan al análisis cuidadoso de la disminución real y a la planificación adecuada de las soluciones necesarias para mejorar el acceso real al agua para los diferentes usos de la población.

Factores que inciden en la calidad del agua para consumo humano

La noción de la Calidad del Agua se basa en el conjunto de las características y condiciones físicas, químicas, biológicas, microbiológicas y organolépticas que presenta el agua, y que la hacen apta para su uso y aplicación particular en uno o más usos o servicios.  De esta forma, un agua cuya composición resulta excelente para acuacultura, irrigación en agricultura o servicios ecosistémicos, podría no ser inocua para uso humano y por tanto sería inadecuada para uso potable, a menos que reciba el tratamiento técnicamente apropiado.

El origen de todas las aguas superficiales y subterráneas es la precipitación pluvial que aporta ingentes volúmenes líquidos descritos en la sección 4.1 y su naturaleza es casi pura al momento de precipitarse, pero en su tránsito o ciclo del agua, a través del ecosistema, incorpora minerales y elementos que modifican su composición, incluyendo posiblemente sustancias nocivas que la contaminan. Siendo el agua el solvente universal, en la naturaleza no existe como agua químicamente pura, ya que es capaz de disolver a la mayoría de los elementos.  Por esta razón el agua limpia es susceptible de contaminarse con sustancias indeseables muy fácilmente

El criterio de Agua potable o aguas destinadas al consumo humano incluye: i) todas las aguas, ya sea en su estado original, ya sea después de tratamiento, para beber, cocinar, preparar alimentos u otros usos domésticos, sea cual fuere su origen e independientemente de que se suministren a través de una red de distribución, a partir de una cisterna o envasadas en botellas o recipientes de diversa índole; y  ii) todas las aguas utilizadas en empresas alimentarias, farmacéuticas o sanitarias para fines de fabricación, tratamiento, conservación o comercialización de productos o sustancias destinados al consumo humano.

Los factores que modifican negativamente la calidad del agua en Centroamérica están presentes de manera indistinta en todos los países analizados:

  • Eutrofización: Con frecuencia tiene origen cultural, lo que significa que el fenómeno se establece artificialmente por un exceso de nutrientes en las aguas vertidos por las actividades agropecuarias e industriales o bien por la llegada de descargas de aguas grises o negras. La eutrofización, enriquecimiento trófico y pérdida de calidad y degradación de lagos, lagunas u otros humedales es causada por la contaminación por fuentes no puntuales o difusas, que por sí misma crea problemas complejos de calidad del agua.
  • Contaminación por fuentes no puntuales o difusas: A diferencia de la contaminación puntual, que procede de una ubicación identificable, la contaminación por fuentes no puntuales incluye la escorrentía de las tierras de las cuencas hídricas  erosionadas, modificadas o degradadas, entre las más comunes, la escorrentía de las tierras agrícolas que contienen residuos de fertilizantes, plaguicidas u otros agroquímicos, o bien de tierras pecuarias cargadas de materia orgánica y excrementos de ganadería. 
  • Productos químicos agrícolas. Los agroquímicos, principalmente fertilizantes y biocidas o plaguicidas) son xenobióticos, difíciles de controlar y con un alto potencial de ser perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana, aún en altas diluciones. La complejidad de la composición de estos tóxicos causa que la identificación y cuantificación de los residuos disueltos en el agua, requiere capacidades científico técnicas costosas y monitoreo específico, usualmente carentes o deficientes en nuestro medio.  
  • Contaminantes químicos en general: Los contaminantes químicos pueden encontrarse en los suministros de agua como resultado de su introducción a través de procesos naturales o por fuentes antropogénicas. Se han registrado y patentado más de 100,000 sustancias químicas comerciales que se utilizan en productos de fabricación industrial (Schwarzman y Wilson, 2009), muchas de las cuales penetran en los cuerpos de agua naturales. Por sus efectos nocivos en la salud y el medioambiente, se han determinado regulaciones internacionales que establecen límites en cuanto a la presencia, concentración y niveles permisibles de estos contaminantes en el agua potable. No obstante, en la práctica muchos de estos límites permisibles son fijados por razones económicas en razón del costo de depuración del agua, más que por criterios estrictamente sanitarios, en detrimento de la certidumbre absoluta sobre la inocuidad total.
  • Contaminantes emergentes: Además de los ya mencionados químicos y biocidas, cada día surgen nuevos productos químicos en los sectores médico farmacéutico (humano y veterinario), agrícola, industrial y tecnológico, como plaguicidas, antiparásitos y otros biocidas; aditivos de materiales empleados como antioxidantes, retardantes de llama, plastificantes, protectores anticorrosivos; productos del hogar como detergentes, cosméticos, fragancias, cremas, drogas, analgésicos, ansiolíticos, antibióticos, antihipertensivos, hormonas esteroideas, drogas ilícitas, Estos penetran sin cambios los filtros y elementos depurativos de las plantas de tratamiento de aguas residuales.     
  • Contaminantes modernos: Son sustancias químicas sintéticas que, debido a su resistencia térmica y estabilidad, tienen aplicaciones industriales y de consumo que le otorgan persistencia y bioacumulación en las cadenas tróficas lo que ha despertado la preocupación de las autoridades sanitarias y ambientales; entre estos, los compuestos polifluoroalquilados y perfluoroalquilados (PFAS). La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica al sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y al ácido perfluorooctanoico (PFOA), como sospechosos de ser cancerígenos, presuntos reprotóxicos y nocivos para la población vulnerable (Zarza, 2023). Otro agente peligroso contaminante del agua es el Bysphenyl A (BPA), que proviene del lavado de telas sintéticas y que es causante de disrupción endocrina (National Geographic, 2023).
  • Salinización: Todas las aguas naturales contienen algunas sales disueltas y cuando el agua se evapora, o se transpira como en el caso de la agricultura, las sales permanecen y se concentran progresivamente, salinizando los suelos, con efectos negativos en su fertilidad.
  • Desechos de Minería y otros residuos industriales: La minería produce desechos que constituyen un riesgo elevado para la calidad del agua debido a la concentración de compuestos metálicos y de otro tipo que pueden ser movilizados por la precipitación y el transporte de agua a través del suelo. Estos desechos pueden ser particularmente difíciles de manejar porque las fuentes son a veces difusas, como ocurre con el drenaje ácido de minas, y los lixiviados que se percolan a las aguas subterráneas desde las presas de cola.  Las actividades mineras y los residuos industriales son los principales generadores de metales pesados (por ejemplo, Cr, Ni, Cu, Pb, Hg) y sus efectos tóxicos para la salud en los seres humanos se ha documentado extensamente. El uso artesanal e industrial minero del cianuro y del mercurio, constituye un problema particular de consideración sanitaria y ambiental.
  • Contaminación natural: La contaminación natural también supone una amenaza para la calidad del agua. Entre los contaminantes más comunes destacan los fluoruros, el boro y el arsénico de origen volcánico muy comunes en Centroamérica, debido a su geología y cadenas volcánicas.
  • Sedimentación: La sedimentación es un proceso natural de deposición de la erosión o desgaste del paisaje y desplazamiento del material. La mala gestión de las tierras, de las cuencas hídricas y de los cursos de agua puede dar lugar a una movilización excesiva de sedimentos y a tasas aceleradas de transporte, que pueden además contribuir al desplazamiento de contaminantes.
  • Contaminantes biológicos: Representados básicamente por los excrementos humanos o de origen animal, habitualmente asociados a la rápida urbanización, a la falta de tratamiento adecuado de las aguas servidas o al uso de letrinas sin adecuada ubicación o mantenimiento. La presencia de microorganismos patógenos en el agua de consumo, especialmente en el sector rural, suele ocurrir por la contaminación de aguas subterráneas someras que alimentan a pozos domiciliares excavados, debido a la mala ubicación y al uso inadecuado de letrinas.  El fecalismo al aire libre resulta también de consideración.

Partículas Suspendidas Totales (PST) en el aire: La contaminación del aire también es causa de contaminación del agua. La presencia en la atmósfera de uno o más elementos, en cantidad suficiente, tiene capacidad de causar efectos indeseables tanto en el ser humano, como en la vegetación, los animales, y las estructuras artificiales. Los sólidos suspensos o material particulado, constituidos por: cenizas, hollín, desechos parcialmente quemados, o el humo de escape de motores de combustión interna, se desplazan en el aire y tienden a precipitarse al suelo, desde donde son arrastrados por las escorrentías a los cuerpos receptores.  Así contaminan tanto los suelos como el agua, superficial y subterránea. El término “material particulado” incluye partículas sólidas o líquidas que, por su pequeño tamaño, permanecen suspendidas en el aire cierto tiempo. Las partículas suspendidas forman una mezcla compleja de materiales sólidos y líquidos, que pueden variar significativamente en tamaño, forma y composición, dependiendo fundamentalmente de su origen.

 

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Capítulo 3: Biodiversidad

Centroamérica es un territorio de aproximadamente medio millón de km2 (cerca de 0.51% del territorio mundial). Estudios realizados refieren que alberga el 8% de la biodiversidad mundial distribuida en diferentes ecosistemas y zonas de vida.[1] Posee alrededor del 12% de las costas de Latinoamérica, las que albergan cuantiosos manglares y arrecifes coralinos, y cuenta además con miles de km2 de plataforma continental.

La conjugación de varios factores como, su reciente historia geológica, su posición entre dos océanos y su variada topografía, ha permitido que Centroamérica aloje una alta variedad de ecosistemas, que van desde ecosistemas marino-costeros hasta bosques tropicales muy húmedos y de nebliselva. La Región alberga además valiosos espacios con alta biodiversidad:

  • La Gran Barrera Coralina Mesoamericana, la segunda más grande en el planeta después de la de Australia. (1,600 km de arrecifes coralinos)
  • 48 Humedales de importancia internacional, reconocidos por la Convención Ramsar.
  • 849 áreas protegidas organizadas en los Sistemas de Áreas Protegidas de cada país que constituyen espacios de vital importancia para la preservación de los servicios ecosistémicos, la investigación, el conocimiento, la valoración de la biodiversidad y el turismo de naturaleza; siendo así mismo aulas verdes para la educación ambiental comunitaria. 
  • 15 Reservas de Biosferas reconocidas por UNESCO a través del Programa Hombre y la Biosfera (MAB). Estas Reservas se distribuyen así: 3 en Guatemala; 2 en El Salvador más 1 Compartida con Honduras y Guatemala; 3 en Honduras; 4 en Nicaragua[2] y  4 en Costa Rica.
  • De los 19 países megadiversos a nivel mundial, dos están en Centroamérica: Costa Rica y Guatemala.

La biodiversidad brinda valiosos servicios ambientales y productivos destacando: la regulación del ciclo hidrológico y del clima, la fertilidad y salud de los suelos, la agricultura y la silvicultura, el turismo, la pesca y la acuicultura, todas las cuales dependen de la estabilidad de la biodiversidad, evidenciado el rol fundamental de esta en la supervivencia, desarrollo y bienestar actual, y futuro

La Estrategia Regional Ambiental Marco (ERAM  2021–2025) CCAD/SICA, anota que la región ha perdido 52% de su biodiversidad original y un 34% de sus suelos, y que entre 2004 y 2014 las especies amenazadas pasaron de 426 a 872, destacando la disminución significativa de la cobertura forestal, entre 2000 y 2012.  La gestión para el monitoreo y control de la biodiversidad es limitada, en contraste con grandes presiones sobre el medio ambiente, asociadas a condiciones socioeconómicas deficitarias, como tenencia de la tierra, desigualdad, pobreza, migración y prácticas productivas insostenibles que además de incidir negativamente en los hábitats naturales, se contraponen al desarrollo de las actuales y futuras generaciones.

Estado de Los ecosistemas de la región

Estudios realizados en 2001 por la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), haciendo uso de la metodología de UNESCO, definieron la existencia en Centroamérica de 114 tipos de ecosistemas: 65 tipos de bosques; 19 tipos de herbazales; 9 tipo de arbustales; 7 tipos de sabanas y 14 ecosistemas acuáticos, entre agua dulce y marinos[1].  La WWF en el 2018 elaboró el mapa de Biomas y ecorregiones o biorregiones de Centroamérica[2], definiendo tres grandes biomas:

  • Bosques latifoliados húmedos tropicales y subtropicales
  • Bosques de coníferas tropicales y subtropicales
  • Manglares

Con base a la información de WWF (2018) se elaboró el Mapa de Ecorregiones para Centroamérica, que se presenta en la mapoteca de este informe y con esta misma base se elaboró la tabla en este mismo inciso que muestra las extensiones naturales de las ecorregiones sin intervención humana, con el fin de apreciar la magnitud de las pérdidas en cada ecorregión y en cada país. La superficie de cada ecorregión se presenta en Km2 y los porcentajes % indican su relación con la extensión total de cada país.  

Los datos en la tabla muestran las ecorregiones originales con mayor extensión:

  • El Bosque húmedo del Atlántico Centroamericano, es la ecorregión más extensa, con 100,149.37 Km2 (23.7%) distribuidos entre Guatemala, Honduras y Nicaragua. Este último país tenía la mayor extensión.
  • El Bosque de Pino-Encino Centroamericano distribuido entre Guatemala, El Salvador y Honduras, cubriendo originalmente 95,619.50 Km2 (22.6%). La mayor extensión estaba en Honduras.
  • El Bosque Seco Centroamericano, con presencia en todos los países objetos del estudio (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica). Cubría un área de 63,061.76 Km2 con la mayor extensión en Nicaragua, seguido de Honduras.
  • El Bosque Húmedo de Peten-Veracruz, presente solamente en Guatemala y con una extensión original de 48,201.36 km2 (11.4%).

El Bosque Húmedo Ístmico-Atlántico, con extensiones similares en Nicaragua y Costa Rica cubriendo entre ambos 35,758.89 Km2 (8.5%).

[1] Estudio de Ecosistemas y Biodiversidad de Nicaragua y su representatividad en el SINAP. 1ra. Edición. Managua Nicaragua. MARENA. 2010.

[2] Las ecorregiones, son unidades relativamente grandes de tierra o agua que contienen un conjunto de comunidades naturales que comparten una gran mayoría de especies, dinámicas y condiciones ambientales.

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Capítulo 2: Transformación de usos de suelo en Centroamérica (Periodo 2015 – 2022)

Aspectos Generales

En la región centroamericana, el uso de suelos ha experimentado una transformación acelerada en las últimas décadas, generando importantes desafíos y problemas ambientales (Hernández et al., 2011). Este cambio en el uso de la tierra ha sido impulsado por el crecimiento demográfico, la urbanización, la expansión agrícola y la demanda de recursos naturales, dando lugar a la pérdida de bosques, la degradación del suelo, la fragmentación de hábitats y la disminución de la biodiversidad. Se hace crucial entonces comprender y abordar esta problemática para lograr un desarrollo sostenible en todos los países de Centroamérica.

Los avances tecnológicos como los sensores remotos, combinados con la adquisición y análisis de imágenes satelitales, técnicas de teledetección y sistemas de información geográfica, permiten obtener una visión integral y precisa de los patrones de uso de la tierra a lo largo del tiempo. El presente capitulo muestra los resultados del análisis de cambio de uso del suelo realizado para la región centroamericana, específicamente en los países de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Cada uno de los países fue analizado utilizando las mejores técnicas de teledetección y análisis espacial, para contar con información precisa sobre la situación del uso de los suelos y además sobre las particularidades y contrastes que se presentan en la región.

Resultados del análisis de cambio de uso de suelo

Uso de la tierra a nivel regional

El área de estudio la conforman cinco de los siete países que componen la región centroamericana, que en su conjunto tienen una superficie de 42,277,171.00 hectáreas (422,771.71 Km2), siendo Nicaragua, Honduras y Guatemala los más extensos; en términos de la clasificación de uso de la tierra se identificaron 14 categorías de uso de suelos entre las cuales se cuentan zonas de bosques latifoliados, bosques de coníferas, humedales, páramos, sabanas,  zonas de cultivos y pastizales y otros, como se ilustra en la figura siguiente:

 

El análisis arrojó que la zona de estudio conserva el 23.3% de su superficie con bosques latifoliados y el 6.1 % con Bosques de coníferas, para un total del 29.4% de la región con bosques conservados que constituyen los ecosistemas y los servicios ambientales de mayor importancia para la región Más del 50% de los suelos de la región está dominada por zonas de desarrollo agropecuario (pastos para ganadería y zonas de cultivos agroindustriales).

De las áreas de bosque de coníferas identificadas la mayor parte se encuentra en la zona central de Honduras y en la zona norte de Nicaragua, mientras que las áreas de bosques latifoliados se han concentrado principalmente al norte de Guatemala y en la zona sur de Costa Rica. Nicaragua y El Salvador también tienen importantes reservas de bosque latifoliado, concentradas en la zona central en El Salvador, y a lo largo de la zona norte en Nicaragua, contando también con importantes reservas en la zona del Caribe.

Del porcentaje de áreas destinadas a la producción agropecuaria, la categoría de pastizales y zonas ganaderas son las de mayor peso abarcando el 29% del total de las áreas cultivadas en la Región, siguiéndole de cerca las áreas destinadas a cultivos agroindustriales (cultivos perennes) que cubren el 13.7% del área total, mientras tanto las áreas destinadas para cultivos anuales y de subsistencia, importantes para la seguridad alimentaria cubren apenas el 12% del total. Estas cifras son un claro indicativo de la acelerada expansión de la agricultura y la ganadería, destinadas principalmente a la exportación, lo que incrementa la presión sobre los pocos remanentes de bosques que quedan en la Región.

Al comparar los datos de Bosque (latifoliados y coníferas) presentes en el año 2010 con los porcentajes encontrados en la actualidad, se evidencia un decrecimiento de más del 12% (Hernández et al., 2011). Para contar con un análisis más apropiado y dimensionar de mejor manera los cambios en los últimos 7 años, se utilizarán los datos a partir del año 2015.

Cambios en la cobertura regional 2015 – 2022

Como se aprecia en la figura siguiente, la categoría de bosque mixto es la que más sufrió pérdidas con una tasa negativa de -4.8% lo que supone una pérdida de más de 600,000 ha en un periodo de siete años, una tendencia opuesta a la experimentada por las categorías de pastos y cultivos perennes, que incrementaron notablemente.

La segunda categoría con más pérdidas ha sido la de los bosques de coníferas, con una tasa de pérdida de -3.1% en un periodo de siete años, lo que implica una pérdida de más de 160,000 ha en el mismo periodo de tiempo. No obstante, el tipo de uso más afectado han sido las zonas de sabanas que han perdido el 8.5% total de la superficie regional, perdiéndose 286,000 ha durante el período.

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Capítulo 1: Cambio Climático

Introducción

La crisis climática global se ha convertido en uno de los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo, debido principalmente a los efectos negativos del cambio climático que se evidencian con mayor o menor intensidad en todo el mundo. En este contexto, Centroamérica ha devenido en una de las regiones más vulnerables del mundo y acuerdo con la FAO, la región enfrenta serios desafíos en cuanto a la conservación de sus recursos naturales destacando la alta tasa de deforestación regional que, de acuerdo con esta misma entidad, es una de las más altas del mundo llegando en algunos casos hasta el 4% en países como Nicaragua (FAO, 2001).

Entre los efectos más peligrosos de la crisis climática y ambiental, destacan el aumento de la temperatura media y la disminución de las precipitaciones y la ocurrencia de eventos extremos como sequías e inundaciones, huracanes y tormentas tropicales (CEPAL & CAC-SICA, 2020), que generan elevados costos socioeconómicos por sus efectos negativos en la biodiversidad, la agricultura, la disponibilidad de agua. Estos impactos tensionan aún más la endeble economía regional, caracterizada por desafíos y carencias que se han incrementado en la última década.

En este marco, la modelación de escenarios climáticos desempeña un papel fundamental para el diseño e implementación de estrategias de adaptación y mitigación, y la toma de decisiones sustentadas en datos científicos sólidos y confiables. En este capítulo se exponen los resultados de la modelación climática realizada en la región centroamericana.

Análisis de consistencia entre modelos climáticos

Análisis de la Temperatura Histórica (1971-2000)

Debido a que los modelos de circulación general tienen escalas globales que van de entre los 1° y 3° Arco de grado (aproximadamente 250 kilómetros de resolución), se hizo necesario someter los datos a diversas pruebas estadísticas para determinar el nivel de confiabilidad que estos presentaron antes de ser utilizados para representar el clima de la región centroamericana.

Se realizó una selección preliminar de 21 modelos climáticos disponibles; de los cuales siete fueron evaluados y seleccionados para hacer las pruebas estadísticas correspondientes y el análisis de consistencia con los datos de línea de base para el periodo 1971–2000 (ver tabla adjunta). Adicionalmente se evaluó el modelo regional perteneciente a la Base Mundial del Clima, para la construcción de la línea de base histórica y posterior reducción de escala entre los datos.

Tabla 1. Modelos climáticos evaluados

Gráfico 1. Resultados obtenidos en los diferentes modelos para el período base 1971-2000

 

Al analizar el comportamiento mensual de la temperatura media, se pueden notar similitudes entre los datos provenientes del modelo MIROC6, ACCESS, y el modelo CanESM5. Es importante señalar que todos los modelos siguen la tendencia de incremento de temperatura durante los meses de febrero a abril, lo que es consistente con el comportamiento histórico, así como con la distribución de la estación seca y de la estación lluviosa.

Los modelos antes mencionados registraron temperaturas relativamente más altas, sin embargo, estos parecen adaptarse mejor y simular de una mejor manera el clima regional. En términos de similitud numérica entre los datos observados la gráfica muestra que el modelo MPI y el modelo GISS se acercan a la distribución de los datos observados, teniendo la mayor similitud con relación a la data observada. A pesar de ser un periodo histórico, (1971–2000) los modelos climáticos también permitieron detectar ciertas anomalías térmicas las cuales no llegaron a superar los 1.1°C, como se muestra en la tabla siguiente.

 

 

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