Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH)

Capítulo 7: Caracterización de desastres climáticos y geológicos en Centroamérica

Introduccíon

Conforme la Política Centroamericana de Gestión del Riesgo (PCGIR), la región posee una ubicación y geomorfología que la convierte en una región multi-amenazas, expuesta a una prolongada estacionalidad ciclónica proveniente del Mar Caribe y del Océano Pacífico. Geológicamente en su territorio confluyen placas tectónicas con alta actividad sísmica, erupciones volcánicas y otras amenazas, que se ven incrementadas por los efectos del cambio climático que provocan desastres con importantes pérdidas, haciendo que Centroamérica sea considerada como la segunda región del mundo más vulnerable a riesgos climáticos.

Caracterización de los desastres 2015 – 2022

El índice de riesgo climático global ubica a Honduras y Nicaragua en el primero y cuarto lugar, respectivamente, de los países más afectados por fenómenos climáticos durante los últimos diez años; mientras El Salvador y Guatemala ocupan el cuarto y noveno, respectivamente, entre los más afectados desde 2011. En 2020, los países de estudio tienen los siguientes datos asociados a índice de Riesgo.

Centroamérica por sus condiciones geográficas, de relieve, hidrología y diversidad de climas, es una región que comprende un número elevado de factores de vulnerabilidad ante amenazas de origen natural.

Durante el periodo 2015 – 2022 la cantidad de desastres priorizados en términos de intensidad e impacto según los criterios de este estudio, sumaron un total de 78 desastres, de los cuales 20 han sido de alta magnitud, modificando el modo y calidad de vida de las comunidades afectadas.

En términos comparativos, los desastres de mayor incidencia en este período corresponden a los de origen climático. Siendo Guatemala y Honduras los países que registraron el mayor número de eventos (23 y 15 respectivamente) y los años de mayor incidencia 2017,2020 y 2022.

Sin duda hay una estrecha vinculación entre esto y el incremento gradual de la temperatura media que osciló entre 0.6 y 0.8°C, siendo Guatemala el de mayor incremento, (inciso 1.4.1 de este documento).

 El año de mayor ocurrencia de desastres climatológicos fue el 2020, y la evidencia señala que los de mayor impacto en la región fueron los huracanes Eta e Iota, en correspondencia con la ocurrencia de La Niña, que generó una alta temporada ciclónica en la región (inciso 1.4.5 de este documento). Con respecto a desastres de origen geológicos, el año de mayor ocurrencia fue el 2018, debido a la fuerte actividad en el Volcán de Fuego en Guatemala y el sismo de magnitud 6.8 en la escala Richter, en El Salvador.

El impacto de los desastres de origen climático y geológico en Centroamérica durante 2015- 2022 provocó entre otros, el fallecimiento de 1,467 personas; la falta de acceso de 3,730 familias a sus hogares; y alrededor de 18,645,954 personas afectadas. El mayor número de fallecidos se dio en Guatemala, en el desastre provocado la erupción del Volcán de Fuego en 2018, con un total de 461 fallecidos, seguido del desastre provocado por el deslizamiento en El Cambray III, en el distrito de Santa Catarina Pínula que dejó 350 personas fallecidas.

La actividad volcánica frecuente, demanda la vigilancia sistemática de las cadenas volcánicas en todos los países, considerando el alto nivel de peligrosidad que representan para las poblaciones. Desde el punto de vista geológico y climático los desastres de mayor ocurrencia son: las inundaciones, las tormentas, los deslizamientos de tierra y los terremotos.

Respuesta de los sistemas nacionales a los desastres entre 2015 – 2022

Los Sistemas Nacionales de Protección Civil de la región durante la ocurrencia de los desastres han desempeñado un papel importante, no obstante, al contrastar su desempeño con relación a las prioridades del Marco de Sendai es posible afirmar lo siguiente:

  • Los avances mostrados por los países de la Región Centroamericana, referidos a la comprensión del riesgo todavía son insuficientes y no se ha logrado aún que las acciones nacionales y regionales, estén orientadas a atacar las causas de fondo de las condiciones de vulnerabilidad.
  • Los Sistemas Nacionales de Protección Civil de la región, disponen de un modelo de gestión relativamente similar, siendo su principal característica el enfoque y la acción sectorial, que dificulta la articulación y complementariedad, dando como como resultado, que las acciones aisladas dificultan o impiden la consistencia que se necesita para reducir riesgos de gran magnitud, más aún en los contextos de debilidad institucional que caracterizan a la mayoría de países de la región.
  • La falta de acción multisectorial y de coordinación entre los países, hace más difícil emprender los esfuerzos para lograr las transformaciones profundas que la situación de la región requiere.

La revisión de los presupuestos nacionales de los países que integran el área, denota algunos avances en cuanto a compromisos institucionales y financieros orientados a la reducción de riesgos de desastres, sin embargo, ni sumando los presupuestos de este sector con los destinados a la gestión ambiental resultan suficientes, especialmente si se comparan con las asignaciones para la defensa y seguridad pública y la burocracia gubernamental. Del otro lado, las obras de infraestructura vial, la estructuración de sistemas de alerta temprana y el fortalecimiento de la institucionalidad para la gestión de riesgos y la prevención de desastres, denotan el interés de los gobiernos para avanzar en el contexto de la Política Centroamericana de Gestión de Riesgo, creando bases para vincular las acciones regionales con los esfuerzos nacionales.

Es necesario subrayar que las obras de infraestructura para el desarrollo económico y social en el marco de la inversión pública deben considerar un enfoque de gestión de riesgos, siendo la etapa de pre-inversión, esencial para asegurar que un proyecto de infraestructura sea viable, beneficioso y sostenible antes de invertir recursos significativos en ellos. La etapa de pre-inversión ayuda a identificar, evaluar y abordar los riesgos potenciales de un proyecto antes de su ejecución, por tanto, permite tomar decisiones informadas sobre si los proyectos de infraestructura deben seguir adelante, ser modificado o descartados.

El incremento de desastres en cuanto a intensidad, frecuencia e impactos, evidencian que la intervención humana, a través de prácticas inadecuadas fomentadas por el modelo de desarrollo prevaleciente, basado en la extracción desproporcionada de los recursos naturales y la ausencia de prácticas de conservación y restauración de los mismos, ha conllevado a una creciente fragilidad ambiental. Estudios de la CEPAL, ponen de manifiesto que “se ha evidenciado que los desastres derivados de eventos naturales extremos, que afectaron a la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe, han contribuido a la generación de desequilibrios geo biofísicos, que aumentan la vulnerabilidad del territorio a los impactos ambientales de los eventos naturales extremos” 

El impacto socioambiental provocado por los distintos desastres en la región centroamericana, han generado millonarias pérdidas económicas, sumadas a invaluables daños y pérdidas en los bienes y servicios ambientales. Aunque se han realizado muchos esfuerzos por cuantificar dichas pérdidas, aún no se dispone de una metodología homologada ni normada para realizar evaluaciones de impacto socioambiental después de los desastres, lo que coloca a la región en una condición de desventaja, para el desarrollo de estrategias y acciones efectivas frente a los impactos de los desastres climáticos que, de acuerdo a las proyecciones para la Región (Capítulo 1), serán cada vez más severos y frecuentes

 

 

 

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